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Saúl había tenido una concubina, llamada Rispá, hija de Ayá. E Isbóset preguntó a Abner:

— ¿Por qué te has acostado con la concubina de mi padre? Abner se enfadó mucho por aquella pregunta de Isbóset y le contestó:

— ¿Acaso me tomas por un perro judaíta? He trabajado fielmente con la casa de Saúl, tu padre, con sus hermanos y amigos, y no te he entregado en poder de David, ¿y ahora me echas en cara un delito con esa mujer? Pues que Dios me castigue, si no hago que se cumpla lo que el Señor juró a David:

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